El edificio parte de la premisa de la serenidad, el reposo y la paz que se quiere conseguir en los velatorios y que permita dar la intimidad que estos espacios necesitan. Para ello se ha trabajado con luz cenital indirecta para evitar reflejos y destellos y que transmita la imperturbabilidad buscada.
El complejo sistema de comunicaciones internas nos permite hacer una clara diferenciación entre tres espacios: público, íntimo y privado. El espacio público se ha resuelto con un volumen independiente, espacio de oficinas para abordar todas las cuestiones administrativas. Un segundo espacio más íntimo que mediante un gran hall unifica todo el espacio exterior de las salas, y que se nutre de luz directa a través de un gran ventanal con vistas al río así como a través de los patios de luz cenital que acompañan a los velatorios, sirviendo así este espacio como filtro previo a la privacidad. El espacio privado se consigue en los velatorios gracias a la luz cenital de los patios, que permite ver pero no ser visto, y que se han enfocado como espacios Zen de relajación y tranquilidad. Todos estos espacios están articulados entre sí y están resueltos sin que el mantenimiento y servicio del tanatorio afecte a su funcionamiento, conectando cada sala entre sí con todos los servicios.